PRISMA
TERMINAR CON EL AGRICULTOR
Por Mario Ugalde C.
Subdirector
mugalde@diarioextra.com
En la mediocridad que domina en la
dirigencia campesina se hace costumbre decir: “los
asuntos no caminan”. Por más de cuarenta años, muchos
grupos, organizaciones e instituciones han vivido de
grandes presupuestos, pero sin logros efectivos a favor
del agricultor. Algunos individuos que se aprovecharon
del desorden existente, empezaron defendiendo y
terminaron dependiendo del pequeño agricultor; otros se
dedicaron a realzar sus nombres buscando una presencia
pública para cumplir su sueño de ser diputados, o con
suerte ministros, le hicieron al campesino grandes
promesas, llamativas propuestas, hermosos discursos,
pero ninguna solución. ¡Esos son los del sombrerito para
tomarse la foto!
Vendieron la idea que los padres del
estado tenían que pensar por nosotros, siguiendo con la
necedad de depender del gobierno; y nunca se tomó
ninguna acción que impidiera aceptar ese engaño
demagógico.
Hoy, cuarenta años después, nos invaden y nos
desplazan los extranjeros, soberanos y poderosos.
Mientras tanto, los humildes y pequeños campesinos
siguen marginados, trabajando como siempre para los
capataces, e intermediarios representantes de las
minorías dominantes.
Lo único que se ha logrado es miseria y más miseria
por la concentración del dinero en pocas manos. La
codicia nos gobierna, la inmoralidad apesta, la
corrupción es reina, y por supuesto las raíces de esa
enfermedad social nos afecta a todos; pero es urgente
arrancarlas de la mente y del corazón de hombres y
mujeres, porque sólo así se puede lograr el desarrollo
que necesitamos.
Alguien con buen corazón decía: “ser honrado y
trabajador es una desgracia en este país, pero ser
estafador, vividor o ladrón es tener un gran futuro”.
Como el herrumbre en el metal, el comején en la
madera, el cáncer en la piel, los gusanos en las
madrigueras, el ser inmoral pudre las entrañas de la
sociedad, y así una genial idea, un excelente plan, o un
magnífico proyecto, con frecuencia fracasará por el
compadrazgo existente entre el poder que corrompe y su
dependencia.
La explotación los destierra, se echa mano a lo que
queda, se vende al mejor postor el “rancho” con la
parcela, los ríos se contaminan, los animales se mueren,
el mineral extraído cruza nuestras fronteras, los
bosques son arrasados, la riqueza se la llevan, y como
siempre sólo crece la pobreza.
Si no cambiamos de actitud y el campesino no
despierta, con toda seguridad en el año 2010 el pequeño
agricultor ya no existirá, sólo será una leyenda... solo
será historia. Y en los libros se leerá: “Los campesinos
se extinguieron por creer en los ricachos que se
pusieron un sombrerito para camuflarse entre los
verdaderos labradores de la tierra, por eso se
arruinaron, y tuvieron que emigrar a la ciudad a dormir
en las aceras, o debajo de los puentes, eso les paso por
creer en los discursos y en las falsas promesas”.