CESÁREA ÉVORA CON PEDRO GUERRA
¡¡DIOS MIO QUÉ DESASTRE!!
Hace un año, más o menos, un amigo mío muy poderoso económicamente, un constructor, me pidió que elaborara un informe sobre las posibilidades de inversión en Canarias. Rechacé la petición. Le dije que no se le ocurriera venir a las islas porque en esta tierra la envidia corroe el territorio, mata a sus habitantes, se mete en la administración local y autonómica, alcanza a la prensa y a la administración de justicia y tapa cualquier poro para respirar. "Vete a Cabo Verde o a Marruecos", le dije, "pero como amigo tuyo no te aconsejo que inviertas en Canarias". Me hizo caso y hoy prepara su desembarco en Cabo Verde y puede que en Guinea y a lo mejor en los Emiratos Árabes. El otro día fui a cenar con unos amigos. Uno de ellos se encontró, esa mañana, en Icod, a un modesto mecánico que llevaba un año y medio intentando abrir un taller e iba al Ayuntamiento a retirar la documentación. "Mira", le dijo a mi amigo, "yo tenía la ilusión de este taller, de montarlo bien, con todos los permisos y las cosas en orden. Llevo año y medio presentando papeles y esperando. Y ha llegado la hora de rendirse. Se acabó".
El caos entre las administraciones locales y su conexión con los cabildos es estrepitoso, sobre todo en las islas mayores. No se arregla un papel. Existe una inseguridad jurídica tremenda. Cualquier acto de la administración es derribado por los tribunales de justicia, yo no sé si por lo engorroso de las normas, por intervenir en cada paso dos o tres administraciones (todavía queda, para algunos asuntos, la residual del Estado) o si existen otros motivos de peso. Un desastre. Los trámites que necesita un pequeño empresario para abrir una industria son de tal densidad que tienes dos alternativas: hacerlo clandestinamente y aguantar la multa o mandarte a mudar. Los incentivos a la contratación de personal no existen. La Seguridad Social (a cargo de la empresa) de cada trabajador significa una cantidad que casi llega a la mitad de su sueldo, más o menos; un disparate. ¿Quién coño va a crear empleo con estos costos y más si los bancos se han tragado el dinero del Estado para tapar sus agujeros y no ha hecho fluir ese dinero a la calle, que llegue al pequeño empresario, al autónomo?
La crisis no sólo no se ha disipado (vaya estupidez lo de los brotes verdes), sino que se ha hecho más virulenta. La Seguridad Social aplaza las cotizaciones, pero con intereses. Hacienda acecha y no perdona. Los acreedores están apostados tras las columnas para cobrarte una deuda de cien euros. Las financieras afilan los dientes para atrapar lo pendiente. Los bancos cobran las hipotecas hasta al 7 por ciento cuando el precio del dinero está por los suelos. ¿Quién vigila todo esto en España y en Canarias? Andrés González de Chaves y Sotomayor.
REFLEXIONES DESDE TENERIFE
¿Por qué no somos una nación, como lo es Islas de Cabo Verde, un poquito más abajo de nosotros; es decir, ellos son nación y nosotros indignos ultraperiféricos, cuando poseemos todos los elementos y categoría para serlo? Pues porque estamos sometidos a la colonización de la metrópoli española. Lo repetimos: sobra el referéndum. Lo único que hace falta es cumplir las resoluciones de la ONU sobre pueblos y territorios colonizados. España debe concedernos la independencia de forma automática. No vale ningún referéndum ni plebiscito previo. Los referendos los ganan quienes los convocan. Los españoles se han asegurado su victoria en una consulta de este tipo con el medio millón de extranjeros que han introducido en Canarias y con todos los peninsulares residentes en las Islas. Si añadimos a los parados que no dan golpe, y que desean la permanencia de los socialistas en el poder para que les sigan pagando su vagancia, un referéndum así estaría ganado de antemano. Es ridículo tratar de refrendar la independencia de Canarias porque Canarias ya es una nación.
Para no perder el hilo, volvemos sobre el tema de las Regiones Ultraperiféricas. ¡Qué vergüenza lo que se ha permitido para la decadencia de los canarios! Antes éramos españoles sujetos a las vejaciones y racanerías de la nación que nos coloniza desde hace seis siglos. Ahora somos criados de todos los europeos que forman la Unión Europea. ¿Por qué coño -y de nuevo que nos perdone el lector- no somos canarios de la nación canaria? ¿Por qué esa dignísima gente de color negro que vive en Cabo Verde son nacionales de su nación, mientras que nosotros somos ultraperiféricos y colonizados por los españoles?
Lo decíamos en nuestro editorial de ayer viernes: tenemos todas las condiciones para ser una nación. Poseemos una situación mucho mejor que la de Cabo Verde; un archipiélago al que Portugal le concedió la independencia hace muchos años. Hoy esas islas forman un país habitado por ciudadanos a los que muchos minimizan por ser personas de color negro. Nosotros respetamos todas las razas siempre que haya cerebro y espíritu, a pesar de las ignominiosas denuncias por racismo y xenofobia que nos han presentado los falsos ecologistas dirigidos por los "socialistas" del Partido del GAL. Pero si en el pasado incluso hemos fomentado el Domund.
Sabemos, y eso también lo decíamos ayer, que algunos desprecian a los habitantes de Cabo Verde por ser personas de color negro. Nosotros, no. Algún grupo ecologista todavía distingue entre piel, raza, xenofobia y sentido fraterno entre las personas, lo cual les lleva a formular denuncias que la mayoría de las veces no atienden los tribunales. Denuncias odiosas, malintencionadas y despreciables, dirigidas casi siempre por determinado partido político, además de inhumanas en el peor sentido de la expresión. Y, por supuesto, nada cristianas; esta última es su peor faceta.
¡Cabo Verde, una nación! ¡Canarias, una colonia! Además, una colonia con dos vertientes: posesión colonial española y ultraperiférica de todos los países de la Unión Europea. Hemos llegado a lo último que podíamos llegar. Ya no podemos caer más bajo. Desde Santa Cruz de Tenerife
CONTROL INTERNACIONAL DE FRONTERAS
____________________________________________________________
AGENCIA BK DETECTIVES ASOCIADOS