HISTORIA OCURRIDA EN UN PUEBLO DE ECUADOR

¿Existe el Diablo? ¿Existen los demonios? En la Edad Media unos lo afirmaban y otros lo negaban. ¿Dos clases de espíritus lujuriosos, impúdicos, lascivos? ¿Íncubos y súcubos? "Los primeros sólo quieren relaciones sexuales con las mujeres y los segundos con los hombres". Según varios testimonios de la época una sombra entraba en sus habitaciones para satisfacer sus inclinaciones carnales. Muchas testigos confesaron haber disfrutado de lo lindo; otras por el contrario no pudieron ni hacer un gesto dominadas por completo mientras el ente amorfo las tocaba sin recato y luego las penetraba, ora por delante, ora por detrás.


Los íncubos más famosos fueron Isaacaro, Gran Leviatán y Belaam y por parte de los súcubos (demonios camuflados como voluptuosas damiselas) Florina Vasordiel, Mancerinio y Lilito. Precisamente Lilito se trasformaba en una mujer hermosa, seductora, para atrapar a pintores, especialmente de arte religioso, y servirles de musa. Actualmente muchos religiosos confirman la existencia de Lucifer; otros estudiosos de la diablura, como el psiquiatra Fabrizio Delgado Campodónico, compara las presuntas experiencias paranormales con un desajuste de la personalidad. "Es gente presa del delirio; un fenómeno clásico de histeria colectiva".


Junín es uno de los más jovenes cantones de la provincia ecuatoriana de Manabí. No llega aún a la bonita edad de 69 años, pero le falta muy poco. En el mapa tiene forma de triángulo; un libinidoso triángulo bañado por un clima fresco durante la mayor parte del año. Está rodeado de montañas, árboles de guabo, mango, zapote, naranja, guayaba y endemoniadas leyendas. La caña de azúcar y la "Casa del Diablo" son los principales símbolos de Junín; las peleas de gallos también.


Los primeros habitantes de Junín se instalaron en el sector conocido como San Mateo. Llegaron huyendo de varias haciendas desparramadas por Manabí. De piel negra dejaron el oficio agrario para dedicarse a la pesca y a la caza. Un día, Pancracia, asomada a la ventana, observó cómo un hombre con paso firme invitó a su madre a una fiesta. "Díselo a las demás mujeres; no quiero hombres ni menores de edad. Habrá un premio y comida para todas. La cita es en mi casa, en las Cuevas del Toro, el próximo sábado a las siete de la tarde".


Obediente, la madre de Pancracia se lo dijo a todas sus vecinas: "Ni una palabra a vuestros maridos ¿eh? Que luego pasa lo que pasa". El día señalado para el banquete las mujeres con sus mejores galas abandonaron a escondidas a sus esposos durmiendo a pierna suelta. Una de las parroquianas no quiso dejar a su hijo solo y lo ocultó debajo de la ropa; nadie se dio cuenta. Todas las mujeres iban con candiles para alumbrar el camino. En sus caras el deseo de gozar una noche como pocas. LLegaron a la puerta de la casa del hombre, situada en un peñasco a 20 metros del suelo junto a varias cuevas. En la cueva más grande una bandada de murciélago bajo un fuerte olor a azufre. El dueño de la casa, un tipo alto, esbelto, con maneras de caballero, salió a recibirlas una por una. "Tomen asiento, mis bellas damas". De las paredes de la sala colgaban cuadros encantados y en la mesa comida en abundancia. De una habitación contigua salió una mujer cubierta sólo con un velo negro transparente. El dueño de la casa la besó tiernamente en los labios horizontales mientras su mano derecha acariciaba los labios verticales. Las invitadas se miraron unas a otra; el vino aun no había corrido por sus venas y ya estaban subyugadas. Los cicerones de la casa dieron la señal para empezar la cena. Media hora después todas bailaban alrededor del hombre al son de "zumba que zumba la casa del diablo". Lo acariciaban, lo besaban. Más de una invitada se quedó desnuda. El dueño de la casa a todas mimaba con una sonrisa y con un beso hasta lo más profundo de la boca.


Pasadas varias década una choza de caña y madera situada a poca distancia de Junín saltó a la prensa. El "Príncipe de Castilla del Bueno" (un ser de baja estatura y rostro arrugado siempre vestido de negro) deseaba contraer matrimonio con Narcisa, una lozana muchacha de dieciséis años, a quien rondaba desde la edad de doce primaveras. Tanto ella como su madrastra estaban poseídas por el Diablo. La noticia corrió como un reguero de pólvora. Ligia Cevallos Romero, madrastra de la joven pretendida por Satanás, aun cuando no pudo evitar ser poseída también, luchaba contra el Diablo mediante oraciones y sesiones de exorcismo dirigidas por el pastor evangelista Fredy Lino. Cuando ambas estaban bajo el dominio del ser maligno vomitaban toda clase de blasmefias e insultos contra sus vecinos. Cuando eso sucedía sus rostros se transformaban cayendo desplomadas. Después de un rato durmiendo profundandamente, de nuevo abrían los ojos y miraban fijamente a los presentes. Ni la fuerza de diez hombres ha sido capaz de doblegar el poder demoníaco de Narcisa. En más de una ocasión, Ligia y Narcisa, botando espuma por la boca, han hecho cisco la Biblia y arrancados de sus pechos el rosario donados por sus allegados. También se las ha visto desnuda por el campo.


Todo comenzó un Viernes Santo, a las seis de la tarde del año 2005, mientras Ligia estaba asomada en el balcón de la casa. "Vi un celaje blanco que se transformó en mi hijastra Narcisa. Entonces bajé y la seguí por el campo hasta perder el conocimiento. Cuando desperté estaba en los predios de una finca lejana. Intenté caminar mientras lloraba, pero el demonio me obligaba a caminar de lado con mi hijo de meses en brazos. De nuevo me desvanecí hasta ser encontrada por algunos familiares y vecinos".


"¡Narcisa será mi esposa o mataré a todo aquel que se oponga a nuestro lindo matrimonio!" -ha dicho el Diablo por boca de la joven. La prensa ecuatoriana no ha vuelto a publicar nada sobre este caso.


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RAFAEL SÁNCHEZ ARMAS

AGENCIA BK DETECTIVES ASOCIADOS

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