QUE VUELVA EL PATRÓN ÁLVARO URIBE
CAMISETA DEL NARCO 82 ÁLVARO URIBE VÉLEZ
CARLOS LEHDER VEINTICINCO AÑOS ENTRE BARROTES
EXPORTABA DROGA CON FINES ANTIIMPERIALISTAS
MEDELLIN Y RIO DE JANEIRO CIUDADES EN GUERRA
BARRIO DE PABLO ESCOBAR PASADO Y PRESENTE
HERMANA DEL PILOTO DE ESCOBAR EXTRADITADA
HERMANA DEL PILOTO Y CUÑADA DE URIBE
JUGANDO EN MEDELLÍN CON PABLO ESCOBAR
FOTOGRAFÍAS DE LA CATEDRAL EN ENVIGADO
CÁRCEL DE ESCOBAR CONVERTIDA EN GERIÁTRICO
PABLO ESCOBAR Y LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE
VÍCTIMAS OLVIDADAS DEL PABLO ESCOBAR GAVIRIA
URIBE Y PABLO ESCOBAR FINAL DE LA MISMA PELÍCULA
ÁLVARO URIBE Y PABLO ESCOBAR JUNTOS SEGÚN EEUU
MEJOR UN PRESIDENTE EN COLOMBIA QUE LA CÁRCEL EN EEUU
PABLO ESCOBAR TAMBIÉN PREFERÍA UNA TUMBA EN COLOMBIA
TREMENDO DILEMA PARA EL PRESIDENTE DE COLOMBIA
PABLO ESCOBAR PRECURSOR DEL PARAMILITARISMO
ESCOBAR GAVIRIA SIGUE PRESENTE EN COLOMBIA
DOBLE MORAL DE LA SOCIEDAD ANTIOQUEÑA
EXPEDIENTE SECRETO DE PABLO ESCOBAR
CASTRO CAICEDO ENTREVISTA CON ESCOBAR
POLICÍA CAZADOR DE ESCOBAR CAZADO
URIBE PADRINO DEL HIJO DEL POLICÍA CAZADO
AQUEL HELICÓPTERO DEL PADRE DE URIBE
BÚNKER DE PABLO ESCOBAR SEDE DE LA FISCALÍA
CONDENADO EL EX DIRECTOR DE LA FISCALÍA
HERMANO DE UN MINISTRO DE ÁLVARO URIBE
ABSOLUCIÓN DE LOS COMPINCHES DEL FISCAL
EL OTRO PABLO ESCOBAR HISTORIA ÍNTIMA
ENTREVISTA CON LA HERMANA DE ESCOBAR
ESCOBAR EN EL MUSEO DE LA POLICÍA
MUSEO DE LA POLICÍA DE COLOMBIA
RASTRO DE URIBE EN LAS CUENTAS DEL CARTEL
FRENTE A FRENTE CON EL HIJO DE ESCOBAR
DESDE PABLO ESCOBAR HASTA CHUPETA
PECADOS DE MI PADRE ESCOBAR GAVIRIA
TESTIMONIO DE UN POLICÍA ESPAÑOL
A vista de pájaro, Medellín aparece rodeada de montañas, vegetación,
suburbios escalando lomas, faldas, cerros. Más de cerca, la capital de Antioquia
es una sucesión de rascacielos, zonas comerciales y nubes de mujeres lindas,
mimosas, exigentes en la intimidad de la alcoba. No hay estadísticas oficiales,
pero de una sencilla investigación empírica se deduce que las damas de
Medellín, ya sean negras, blancas, mestizas, adolescentes, cuarentonas, flacas
o sobradas de popa, han depositado su confianza en el tanga como prenda de
seducción. Tangas de color blanco, tangas de color negro, tangas de color encarnado. En las
tiendas de ropa sólo hay tangas o bragas para abuelitas recatadas; bragas
grandes, enormes. Qué bonitas son las mujeres de Medellín!! Pero no todo es
color de rosa en el mundo femenino medellinense, pues según una encuesta de la
Cruz Roja, un treinta por ciento de las adolescentes ha perdido el juicio por
culpa de la anorexia: no quieren lucir pechos atrevidos, caderas exuberantes,
piernas para endulzar la vida a los hombres golosos.
Medellín tierra de gente hospitalaria, laboriosa, emprendedora. Tierra
de oro para los conquistadores europeos y punta de lanza para la economía
colombiana en las primeras décadas del siglo XX. Medellín tierra de flores y
caballos. Medellín rica en El Poblado y miserable en los arrabales; narcotraficantes
millonarios y niños abandonados en las calles. Medellín orgullosa de la
pulcritud del metro y negligente con la contaminación y con los conductores
temerarios, irresponsables, deshumanizados. El mercado de ataúdes en Medellín
es asequible para toda clase de ciudadanos, pero quien le tenga apego a la vida
no debe retar a ningún conductor (las mujeres son tan agresivas como los
hombres) en ningún paso de peatones, incluso ni con la luz verde encendida. Por
contravenir tan sabio consejo, más de un alumno de la profesora de cumbia Eli
del Valle ha dejado para siempre la academia de baile. Medellín rumbera,
merengona, salsera. Ocurrió hace pocos años. El cortejo fúnebre de un célebre
mafioso se convirtió en un jolgorio por las calles de Medellín. Música de
salsa, bebidas alcohólicas y gente solidaria. En cada esquina se sumaban más
cantantes, más botellas de aguardiente y más parroquianos tocando el ataúd como
si quisieran darle ánimos al irrecuperable difunto. En el cementerio, la
borrachera se convirtió en una despedida apoteósica: sacaron el fiambre de la
caja mortuoria y dispararon una salva con toda clase de armas cortas. Una voz
amiga entonó la canción "Nadie es eterno en el mundo". Los
medellinenses, como el resto de antioqueños, son mezcla de vascos, catalanes,
andaluces, indios, negros. Manizales, Armenia y Pereira, capitales de otras
tantas regiones o departamentos cafeteros por excelencia, y hoy independientes
de Antioquia, nacieron por la voluntad emprendedora de los medellinenses.
Gonzalo Mejía Trujillo ha pasado a la historia como uno de los hombres más
influyentes de la sociedad antioqueña. Grandes infraestructuras económicas de
Medellín, como el aeropuerto Olaya Herrera (donde murió Carlos Gardel), se
debieron a su visión como empresario, mecenas y político. La historia de
Colombia giró durante mucho tiempo alrededor del poder económico, político y
cultural de Antioquia. Hoy ha perdido influencia, pero continúa siendo una
referencia para las nuevas generaciones de antioqueños.
El monopolio de Medellín como epicentro de poder se truncó a partir de
1975, cuando la crisis de la producción cafetera; la subida del precio del
petróleo y la competencia en la industria telar del sudeste asiático dejó fuera
de combate a los industriales locales. La inflación y el desempleo sirvieron de
caldo de cultivo a la subeconomía del narcotráfico, tal como señaló el
periodista Mario Arango Jaramillo en la obra Impacto del narcotráfico en
Antioquia. Nacieron los carteles liderados por Pablo Escobar Gaviria, Jorge
Luis Ochoa Vasquez y José Gonzalo Rodríguez Gacha. En la década de los años
ochenta, las exportaciones de cocaína superaban el 70 por ciento de las
exportaciones de la nación. Colombia se convirtió a partir de ese momento en un
reguero de cadáveres. Solo en Medellín, en 1991, murieron cerca de ocho mil
personas a manos de los sicarios del crimen organizado, asesinos de corta edad
reclutados entre los pobladores de barracas, miseria y olvido. Diez mil matones
a sueldo en Antioquia (la mitad en Medellín) a las órdenes de los carteles de
la droga. Actualmente muchos descansan en el cementerio o se pudren en las
cárceles. Niños devotos de San Judas, del Señor Caído de Girardota o de la
Virgen de las Mercedes. Pero ninguna imagen ha sido tan venerada como la Virgen
María Auxiliadora. En la iglesia de Sabaneta, todos los martes, legiones de
sicarios ofrecían promesas, novenas y oraciones para que sus crímenes quedaran
impunes.
"Preferimos una tumba en Colombia, a una celda en EEUU",
filosofía de los extraditables por narcotráfico. Don Pablo (Escobar Gaviria) y
el resto de capos del Cartel de Medellín se ofrecieron a pagar la deuda externa
de Colombia a cambio de su indulto. Durante una temporada, Don Pablo estuvo
preso en La Catedral de Itagüí, una prisión de máxima seguridad mandada a
construir por el propio narcotraficante. Tanto celo puso en la "máxima
seguridad" que logró fugarse más tarde. Don Pablo no solo dejó su impronta
como hombre de negocios, político y benefactor de los pobres, sino como enemigo
de la delincuencia. En cierta ocasión, escribió el siguiente mensaje en el
automóvil de su hermana: "Este carro pertenece a mi hermana Ana María
Escobar. Si usted se lo roba, por favor entregarlo y así se evitará
molestias". Cien jueces y quinientos policías muertos son datos para tener
en cuenta en la biografía de Don Pablo, también sus dimes y diretes con los
mandamases del Cartel de Cali, menos violentos con las autoridades del Estado.
La colaboración de los hermanos Rodríguez Orejuela con la policía colombiana se
convirtió en un quebradero de cabeza para el benefactor de los pobres, y
terminó siendo abatido en 1993. Desde entonces, Medellín ha ido recuperando
paulatinamente la paz... Pero no del todo.
En Medellín hay tropecientos cementerios, fruto del trajín mortuorio de
la ciudad más violenta del mundo. Unos son de corte romántico, como el camposanto
de San Pedro, y otros son panorámicos y ruidosos como Campos de Paz, situado
junto al aeropuerto de Olaya Herrera. Cada cinco minutos, o menos, un avión
solivianta la paz de los difuntos. Pero el cementerio más famoso del Valle de
Aburrá está cerca de Sabaneta. A la entrada, un enorme anuncio, dice: "En
servicios de cremación usted sólo está seguro cuando elige lo mejor".
Jardines de Montesacro tiene oficina de relaciones públicas. La eficiente
empleada brinda toda clase de información sobre las características del
mausoleo, los osarios, el crematorio; la calidad de los materiales empleados en
su construcción; el precio y las modalidades de pago de nichos, fosas,
panteones. No se limita sólo a rellenar el formulario con los datos de los
futuros huéspedes del Sumo Hacedor, sino que antes de la excursión por el
cementerio, para que los paseantes se familiaricen con el futuro, tiene a bien
ofrecer una taza de café a todo bicho viviente. No todo el mundo acepta, no por
respeto a los muertos (para no ir de tumba en tumba con la tacita de café en la
mano), sino porque casi es mejor beber agua directamente. En América, sólo en
Cuba, un país de ateos, se toma el café como Dios manda, espeso, negro. Muchos
visitantes los domingos en Montesacro; unos rezando en la tumba de cualquier
allegado, otros depositando flores y el resto de turismo en el mirador:
vehículos, fábricas, montañas. Como en Sabaneta no hay cines ni jardines (la
única diversión consiste en oír misa en la iglesia de María Auxiliadora, la
virgen de los sicarios, y beber ron en los bares de la plaza, o incluso tomar
ron mientras se oye misa gracias a los altavoces de la iglesia situados en la
plaza), los parroquianos se agolpan en el cementerio los domingos por la tarde.
Montesacro no podía ser el sitio más indicado para recibir a Pablo Escobar
Gaviria tras su postrero enfrentamiento con la policía. En Sabaneta, la virgen
de los pistoleros del Cartel de Medellín, y a un tiro de bala la sepultura del
más célebre narcotraficante del planeta mientras duró su reinado. Deambulando
por los alrededores del discreto panteón de Pablo Escobar Gaviria y su padre,
detrás de la capilla, siempre hay antiguos sicarios, madres enlutadas,
periodistas curiosos, algún extranjero. La historia de Medellín no podría ser contada
sin hacer mención a Montesacro y a la cárcel de La Catedral, donde Pablo
Escobar vivió algo más de un año invitado por el Instituto Nacional
Penitenciario y Carcelario. El Estado puso los guardianes y el jefe del Cartel
de Medellín el terreno, los materiales, la mano de obra. La finca la compró un
testaferro de Pablo Escobar y después la cedió al municipio de Envigado para
guardar las apariencias tras el pacto entre el mafioso y el presidente de la
República, César Gaviria Trujillo, hoy secretario general de la OEA. El
mandatario colombiano no accedió a la pretensión del mafioso de pagar la deuda
pública de Colombia a cambio de su impunidad, pero aceptó la entrega voluntaria
del mismo, máxime tras haber aprobado la Asamblea Nacional Constituyente la prohibición
de extraditar a ningún colombiano a EEUU. Pablo Escobar, enamorado desde muy
joven del derecho y la contabilidad (en la Universidad de Antioquia ocupó el
segundo lugar en la selección de candidatos a cursar la carrera de contador
público, si bien no pudo hacerlo por falta de recursos económicos), hizo
cuentas. La pena máxima por sus delitos estaba tipificada en 30 años de
prisión, pero teniendo en cuenta la rebaja por la entrega voluntaria, la
confesión inculpatoria y los demás beneficios penitenciarios, la pena quedaría
reducida a no más de seis años de privación de libertad en su cárcel privada.
Ni los históricos mafiosos de Cosa Nostra jamás soñaron nada semejante. Pero la
avaricia rompió el saco. Aquella mañana, Pablo Escobar cogió la máquina de
hacer difuntos (una pistola del calibre 9 mm) y se dirigió a un helicóptero del
Departamento de la Gobernación de Antioquia (gobierno autónomo de la región)
para trasladarse a su nueva finca. No se parecía en nada a la Hacienda Nápoles,
un paraíso donde recibió a boyantes empresarios del narcotráfico como
Montecristo (apodo de Vladimiro Montesinos Torres), pero enseguida se puso
manos a la obra: capilla, bar, discoteca, piscina, gimnasio, campo de fútbol,
lago... Incluso mandó a construir una casita de muñecas para su hija. La cerca
metálica, los perros guardianes y el sistema privado de comunicación tampoco
faltaron de inmediato para mantener a raya a sus enemigos del Cartel de Cali.
La Catedral ocupaba un lugar privilegiado para preservar la seguridad de Pablo
Escobar y sus muchachos. Vista panorámica sobre Medellín y vegetación frondosa.
Armas, dinero, mujeres. Los narcotraficantes estaban bien pertrechados. El día
de la Virgen de las Mercedes, patrona de los reclusos colombianos, Pablo
Escobar organizó un torneo de fútbol con los principales equipos de Antioquia:
Deportivo Independiente de Medellín, Atlético Nacional y Envigado Fútbol Club.
José René Higuita Zapata, el inolvidable portero del escorpión se dejó marcar
un gol de Pablo Escobar (su amistad con el narcotraficante le dio algunos
quebraderos de cabeza con la policía). La Catedral se convirtió en un
"santuario" hasta donde iban en romería políticos, mujeres (modelos,
actrices, reinas de belleza) y abogados en busca de dinero abundante. Según Ramón
Escobar Gaviria, hermano del Patrón y autor de "Mi hermano Pablo", el
jefe del Cartel de Medellín ocultó diez millones de dólares en La Catedral.
Tiempo después, cuando los narcotraficantes huyeron precipitadamente, aquel
tesoro se convirtió en otro motivo para reanudar las oleadas de peregrinos
hasta la cárcel, hoy en ruinas. Pablo Escobar, culpable del asesinato del
ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla; del director del periódico "El
Espectador" Guillermo Cano Isaza y del candidato a la presidencia de la
República Luis Carlos Galán Sarmiento, estrenó oficio en La Catedral, donde
centenares de mujeres víctimas de los talibanes colombianos (maridos y novios
borrachos, pendencieros, gandules) le mandaban sus quejas. Pablo Escobar
contestó personalmente a todas ofreciéndoles consejos, palabras de ánimo. El
jefe del Cartel de Medellín no sólo untó a políticos, militares y policías
corruptos; también contribuyó a las obras benéficas de la Santa Madre Iglesia.
Con quien más estuvo en contacto fue con el sacerdote Rafael García Herreros,
fundador en Bogotá del barrio Minuto de Dios, junto a u río pestilente aún hoy.
El cura García Herreros bendijo La Catedral, y si bien continuó viviendo en
Bogotá, periódicamente se trasladaba a la finca (prisión) de Pablo Escobar para
consolarlo espiritualmente. Los gastos de tantas idas y venidas corrían por
cuenta del piadoso tráfico de drogas. Pablo Escobar también incurrió en graves
contradicciones; por ejemplo, no fumaba ni bebía cuando dejó el negocio
funerario (compraba lápidas sin terminar a bajo precio y luego buscaba clientes
en las iglesias y velatorios de Envigado), pero se enriqueció con el
contrabando de tabaco y licores procedentes de Panamá. De ahí dio el salto
definitivo. Un peruano lo introdujo en el narcotráfico. Se convirtió en un
excelente transportista de drogas a EEUU por cuenta de terceros. Más adelante
formó sociedad propia. Aviones propios, barcos propios, helicópteros propios.
Hasta tuvo aeródromos propios, unos para uso protocolario, como el de la Hacienda
Nápoles, y otros totalmente comerciales, como el situado en los Llanos
Orientales, una verdadera obra de imaginación. La pista estaba cubierta por
numerosas casitas de madera con ruedas. Antes de operar los aviones, los
obedientes habitantes (gente de confianza procedente de Medellín) empujaban las
casitas hasta la orilla de la pista. Todo sucedía en un abrir y cerrar de ojos
para impedir la vigilancia de la Fuerza Aérea colombiana. Antes, durante y
después de su plácido retiro en La Catedral, donde Pablo Escobar se pasaba las
horas leyendo; hablando con sus abogados y pendiente de los negocios, el jefe
del Cartel de Medellín hizo varias incursiones a la política, tanto como
representante del Congreso de la República como por su idea de separar a la
región de Antioquia del resto de Colombia y erigirse en presidente del nuevo
Estado. Pero cuando hizo realmente historia fue cuando tuvo en su poder la
espada del Libertador de América, robada por el M-19 de la quinta de Simón
Bolívar, en Bogotá. Antes de morir, Jaime Bateman Cayón, líder del movimiento
guerrillero, la dejó en manos de Iván Marino Ospina, quien años más tarde se la
entregó a Pablo Escobar Gaviria como prueba de buena voluntad después del pacto
de no agresión mutua entre el M-19 (Movimiento 19 de Abril) y el MAS (muerte a
secuestradores), una banda de sicarios creada por Pablo Escobar a raíz del
secuestro de la hija de Fabio Ochoa Restrepo. La espada de Simón Bolívar
Palacios también estuvo en La Catedral. Mafioso, político, devoto del santo
Mariano de Jesús Euse Hoyos (más conocido como Padre Marianito, de quien la
madre de Pablo Escobar aseguraba ser pariente lejano), caritativo, ecologista
(en la Hacienda Nápoles coleccionaba fieras y aves exóticas), deportista (metió
en apuros a un dirigente del fútbol antioqueño), Pablo Escobar también se
destacó como mecenas de la cultura. En la cafetería Versalles, en Medellín, un
antiguo cenáculo de las tertulias literarias y hoy convertido en una referencia
para la gente de buen paladar, el doctor Echeverraría, como se hacía llamar,
devoraba como loco raciones enteras de empanadas argentinas, buñuelos y palitos
de queso. También le gustaba la ópera, la pintura y viajar. Precisamente por su
afán de conocer mundo hizo un viaje a EEUU. En Miami, tras una trifulca con la
policía (consiguió evadirse del coche de patrulla), visitó Disneylandia y luego
prosiguió camino hacia Washington para ver el museo del FBI, la Casa Blanca y
el museo de Picasso. Pablo Escobar amaba la ciudad de Medellín, pero tras huir
de La Catedral, una noche, dos atracadores estuvieron a punto de matarlo. La
culpa la tuvo un emisario suyo, asaltado inocentemente delante de la casa donde
estaba refugiado Pablo Escobar. El robo del vehículo, incluida la
correspondencia del jefe del Cartel de Medellín, provocó la estampida hacia un
escondite a más de cien kilómetros de distancia. A la hora de despedirse de su
hermano Roberto, exclamó: "Para que veas, hermano, qué insegura está la
ciudad de Medellín". En San Luis, una mañana, tuvo un sobresalto. Varios
policías llegaron a la vivienda donde estaba oculto. Preguntaron por unos
maleantes, autores de cierto incidente. Pablo Escobar salió de la habitación y
departió con los agentes. Después de desayunar juntos se despidieron haciendo
votos para que la seguridad en la zona mejorara. ¿Por qué se fugó Pablo Escobar
de La Catedral? El presidente de la República dio órdenes de requisar la cárcel
privada del narcotraficante porque la misma se había convertido en un relajo a
espaldas del Estado. Armas, dinero, estupefacientes. El comandante general de
la IV Brigada dispuso a sus hombres para ejecutar la misión. Pablo Escobar
protestó. El viceministro de Justicia y el director del Instituto Nacional
Penitenciario y Carcelario acudieron a La Catedral. El mafioso, con buenos
modales, porque según su hermano Roberto jamás empleaba malas palabras ni con
los funcionarios del Estado (simplemente los mandaba para el otro mundo), se
opuso a la presencia de los militares en su casa. "En todo caso -dijo-,
los dejo pasar desarmados". Nueva consulta a César Gaviria Trujillo.
"El presidente insiste - anunció el viceministro de Justicia- que entre el
Ejército, pero armado, y si no, no hay trato". "No, mi hermano
-replicó Pablo Escobar-, yo, así, no los dejo pasar". Menos de
veinticuatro horas más tarde se produjo la fuga. Durante un año, la busca y
captura de Pablo Escobar se convirtió en una trepidante prioridad de la Fuerza
Pública con el apoyo de la DEA norteamericana. Sólo esperaban un golpe de
suerte o un error del narcotraficante. Lo cometió el día de su cumpleaños. Pero
antes trató de negociar una segunda rendición, igualmente favorable. Buscó la
mediación de Gustavo de Greiff, a la sazón fiscal general de la Nación.
"Que tiemblen los corruptos", había dicho tiempo atrás. Pablo Escobar
sonrió. Obraba en su poder una copia de la escritura de la sociedad Líneas
Aéreas El Dorado, participada por el fiscal general de la Nación y por el jefe
del Cartel de Cali Gilberto Rodríguez Orejuela. En aquella oportunidad, la
intimidación de Pablo Escobar surtió efecto y Gustavo de Greiff cumplió a pie
juntillas la orden del mafioso de interceder ante las autoridades
norteamericanas a favor de un socio del Cartel de Medellín. Pero ahora las
circunstancias habían cambiado. Inesperadamente, el narcotraficante usó el
teléfono. La DEA localizó su escondite. Centenares de policías rodearon la
casa. Pablo Escobar trató de huir por el tejado. "Es preferible una tumba
en Colombia que la cárcel en EEUU", había dicho siempre. Se disparó un
tiro en la cabeza. Murió el rey sin corona, pero casi diez años después,
Medellín ha vuelto a despertar a la violencia más atroz. La semilla germinará
de nuevo?
DÉCIMO
ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE PABLO ESCOBAR
Ayer hizo diez años, el 3 de diciembre de 1993, cayó baleado en Medellín
Pablo Escobar Gaviria, creador de la organización criminal más temible que haya
padecido Colombia, artífice del narcoterrorismo y un hombre que logró
chantajear a un Estado y amedrentar a una sociedad entera. Ningún colombiano
que haya vivido el surgimiento y auge del narcotráfico en nuestro país podrá
olvidar lo que significó el fenómeno de Pablo Escobar. Por la oprobiosa
dictadura del miedo que pretendió imponer el jefe del Cartel de Medellín. Por
el sofocante clima de zozobra e intimidación que creó durante varios años con
sus atentados, carros bomba y asesinatos selectivos. Por el daño que le causó
al país y el dolor que sembró en miles de hogares. Fue tan descomunal la
capacidad criminal y el poderío económico de Pablo Escobar, dueño de una
inteligencia tan excepcional como diabólica, que su eliminación solo fue
posible tras una cacería humana sin precedentes, en la que participaron desde
los servicios secretos de Estados Unidos, pasando por todas las fuerzas combinadas
del Estado colombiano, hasta el Cartel de Cali y narcos disidentes de su propia
organización. Como miembros de la prensa, nos tocó padecer de cerca la larga
pesadilla del narcoterrorismo, y es imposible desterrar de la memoria esa
sensación de impotencia, miedo y rabia que daba ver caer una tras otra -por
opinar, por escribir, por denunciar- a tantas personas queridas y admiradas:
Rodrigo Lara, Guillermo Cano, Luis Carlos Galán, Jorge Enrique Pulido, Enrique
Low Murtra... Jueces, policías, periodistas, congresistas... La lista de
víctimas es tan larga como diversa. Muerto Escobar, comenzó el declive de los
grandes carteles de la coca, y el narcoterrorismo como tal no volvió a tener
expresiones parecidas. Pero no murió el negocio del narcotráfico que él
construyó y desarrolló como pocos. Ni la cultura de la violencia y el
enriquecimiento ilícito que personificó. La economía ilegal de la droga sigue
viva y coleando, agenciada por decenas de organizaciones más pequeñas,
diversificadas y sofisticadas, y hoy se ha convertido en combustible central
del conflicto que vive el país. Los grupos armados que con ella se financian
también han asimilado los métodos mafiosos e inclusive la estrategia de Escobar
de forzar una negociación a través del terror. "Crear un caos muy berraco
para que nos llamen a un diálogo de paz", fue la consigna de quien llegó a
todos los extremos en su intento por avasallar al Estado. No sobra advertir
aquí que el inmenso poderío económico del narcotráfico -y su capacidad de corrupción
y destrucción- se explica por su condición de negocio ilegal, que es la que le
da su altísima rentabilidad y su carácter violento y criminal. Y es evidente,
en este sentido, el costoso fracaso de más de tres décadas de guerra contra la
droga librada bajo las pautas impuestas por Estados Unidos. Con su énfasis
primordial en la represión policial y la destrucción de las fuentes de
producción, más que en la prevención, la educación o la salud pública, esta
estrategia no ha logrado detener la dinámica ni la expansión del negocio. Por
el contrario, según Naciones Unidas, 157 Estados del mundo admiten hoy tener
problemas de cultivo, comercialización o consumo de narcóticos y/o lavado de
dineros. El propio Escobar advirtió en una entrevista en 1984 que "sin
despenalización, el narcotráfico será el más productivo y global negocio del
mundo". Diez años después de su muerte, el país aún no termina de asimilar
a cabalidad lo que representó ese capítulo tenebroso de nuestra historia. Pablo
Escobar demostró la capacidad de intimidación y corrupción que puede llegar a
ejercer el crimen organizado. Y hasta dónde se puede amedrentar, sobornar o
pervertir a una sociedad en sus más preciados valores e instituciones. Se dice
que pueblo que no aprende de su historia está condenado a repetirla y, aunque
haya pasado una década, el fenómeno que encarnó Escobar aún debe ser motivo de
reflexión. Para comprender bien cómo pudo surgir un individuo así y por qué
llegó a detentar tal grado de poder sobre un país. Para entender mejor por qué
pudo convertirse en motivo de admiración o imitación en algunos núcleos
sociales. Y tal vez para, al mirarnos más de cerca en el espejo de su trágica
parábola, reconocer mejor nuestras propias flaquezas y debilidades. Colombia
aún no termina de asimilar a cabalidad el traumático fenómeno que representó
Pablo Escobar.
Fuente: Diario "El Tiempo".
ESTRATEGIA DE LOS EXTRADITABLES
AMANDO A PABLO ODIANDO A ESCOBAR
NOTICIA COMPROMETIDA PARA URIBE
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