CRÓNICAS DE RAFAEL SÁNCHEZ ARMAS

A mediados de la década de 1990 cayó en mis manos el libro El Management de la Mafia escrito por el gerente de una empresa de Chicago Lee Walker. ¡Qué mejor que un empresario para hablar de la Mafia! Apenas descubrí nada nuevo porque conozco a la Mafia desde muy pequeño, aunque no fue hasta 1973 cuando tuve el primer enfrentamiento serio. Trabajaba como jefe administrativo en la delegación en Las Palmas de Gran Canaria de una empresa con sede en la metrópoli española. Me gustaba mi trabajo desempeñado con gran satisfacción para los gerentes de la empresa matriz. ¡Pero! El delegado en Canarias, un godo malagueño, hasta entonces un buen tipo, me mandó como "representante" de la empresa a defender una sinvergonzonería en la Magistratura de Trabajo. Lo descubrí delante del juez cuando escuché la versión de los operarios despedidos sin causa justa. "¡Qué hijo de puta!", mascullé de rabia por haber sido engañado. Cuando aquel sujeto, cuyo nombre hice público en mi libro Días de silencio, tiempo de cristal escrito en 1985 (una vez prescritos mis "delitos" de pertenencia al MPAIAC y falsedad en documento público para no hacer el servicio militar obligatorio en la Dictadura) intentó de nuevo parapetarse conmigo para echar a más gente, todos obreros canarios (salvo ellos, el botones y yo el resto de la plantilla, ingenieros, arquitectos y oficiales de obra todos eran godos). Me planté nada más empezar a hablar: "Usted es el representante de la empresa; yo he sido contratado como jefe administrativo". El godo de mierda, dijo: "¿Está usted con la empresa o contra la empresa?". Una declaración de guerra en toda regla, y empezó el acoso y derribo. Incluso descubri la propuesta que le habían hecho a un pariente de uno de los jefes de obra residente en Málaga para ocupar mi puesto. ¡Me iban a echar con toda impunidad! Pero aquella cuadrilla de forajidos (formada sobre todo por el delegado y dos jefes de obra en cuestión) no tuvo en cuenta con quien estaba tratando. Antes de la ruptura de las hostilidades, y siguienddo mi instinto previsor ya había planeado un contrataque por si las moscas. Dicho y hecho. Permanecí aún varios meses en la empresa dándole forma a la indemnización. Cuando ya tenía el medio millón de pesetas en el bolsillo me despedí del señor delegado. Incluso cuando le di la mano (jamás se ha de perder las buenas costumbres), le dije: "Nunca debió cruzarse en mi camino". El godo de mierda me miró sonriente. Dijo: "¡Joder, Rafael! Se va y aún me amenaza". Medio millón de pesetas, unos 3.000 euros de hoy, hace cincuenta años, daba para comprar un par de viviendas de 90 metros cuadrados en una buena zona de Barcelona.

Un mes después, cuando la madre de mis hijas (una en ese momento, una muñeca de seis meses) y yo bajamos desde un restaurante situado en una torre panorámica del puerto de Barcelona, vimos un corrillo de gente murmurando. Pregunté: "¿Qué ha pasado?". "ETA mató a Carrero Blanco". ¡Quién me lo iba a decir entonces! Unos veinte años después, siendo yo presidente de la Organización de Usuarios de la Justicia conocí a un ex agente del SECED (predecesor del CESID y más tarde CNI), Vicente Estévanez Molina, capitan del Ejército y del Escuadron de Caballería de la Policía Armada de Sevilla, repudiado por la "justicia" española porque el Estado se jugaba su reincorporación en la milicia con el grado de general de brigada y el pago de una indemnización millonaria por haberlo separado del Ejército injustamente tras una campaña de guerra sucia. Cuando denunció su caso en la OUJ, Vicente Estévanez Molina trabajaba como hombre de confianza en el cartel del cemento.

¿Qué pasó con el medio millón de pesetas? Nunca dieron con su paradero ni conmigo durante un par de meses. De haberme localizado en los días posteriores a mi despedida a la llanera no hubiera sido posible alegar una repentina pérdida de memoria. Sin embargo dos meses después la situación había cambiado. ¿Cómo desapareció el medio millon de pesetas de la noche a la mañana? Como he dicho, soy un hombre previsor. Una semana después de haber salido yo rumbo a Barcelona me mandaron un mensaje a la casa de mi madre por si tenía a bien pasarme por la oficina. "Se marchó a Venezuela", dijo ella. Y hasta la fecha. Seguramente alguien de la empresa leyó mi libro en 1985 (no recuerdo si fui yo mismo quien le dio la referencia literaria). Una lección que no olvidará aquel mequetrefe.

Me marché de Las Palmas de Gran Canaria a finales de 1973 y en febrero ya estaba trabajando en una empresa a unos 50 kilómetros de Barcelona como segundo jefe de contabilidad y un año después me contrató una editorial en Barcelona con mejor sueldo y el puesto de contable. En la primera empresa aprendí cómo llevar tres contabilidades: una la oficial; otra la contabilidad B para defraudar a Hacienda, y la tercera para estafar a sus socios helvéticos. Una comisión de la empresa suiza se trasladaba a Barcelona cada dos meses. Recuerdo que preguntaban mucho, pero de eso no recuerdo nada porque nunca los atendí directamente. Cuando se marchaban, el jefe de contabilidad, mi superior jerárquico, sudando tinta, por fin respiraba tranquilo hasta la siguiente inspección.

En el año 1976 me incorporé a otra mafia: ingresé en el Movimiento para la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC). Buenos hoteles; muchos viajes; amistades interesantes, y la máquina de hacer difuntos siempre a mi vera. Pero como esta mafia no es el objeto de mi artículo prefiero no abusar de la pacienca de los amables lectores. En todo caso en "Días de silencio, tiempo de cristal" revelé lo más importante (no todo claro porque soy un hombre prudente).

Durante varios años permanecí en "segundo plano" hasta colarme en un despacho otorgado por la Generalitat de Catalunya, en aquella época presidida por el Padrino Jordi Pujol Soley, para hacer frente a la democratizacion de la Administración de Justicia, columna vertebral del Estado de Derecho democrático. Ocho años en guerra contra la Mafia Político-Judicial hasta que Jordi Pujol Soley, socio primero de Mister Gónzález Márquez (señalado de ser presuntamente la X del GAL aquella banda de sicarios parapoliciales creada a la sombra del PSOE en la década de 1980) y después del Señor de la Guerra en Irak, dio la orden de expulsarnos del Hotel d'Entitats La Pau sede oficial de la OUJ hasta su disolución por muerte natural. Hombre previsor vale por dos. El ultimátum del Padrino llegó tarde porque ya había nacido el Centro Internacional de Criminología como plataforma para "cruzar el charco" y presentarme en Panamá de la mano de Minerva Lara Batista, y desde allí, seguir avanzando hacia Colombia, México, Costa Rica.

Pero volvamos a Lee Lee Walker. Casi al mismo tiempo que apareció "El Management de la Mafia, en Pensilvania, Louis Ferrante había sido detenido como miembro de una banda de la Famiglia Gambino. Entró en la cárcel en 1994 sin apenas saber leer y salió nueve años después citando a Antígona, Platón, Aristófanes, Pericles, Tolstoi, Shakespeare. Aprenda de la Mafia es un manual para futuros hombres de negocio. Así como quien pretenda ser un mafioso de éxito debe estudiar derecho, historia y economía, entre otras disciplinas; de la misma forma tanto los empresarios como los gerentes de grandes corporaciones deben conocer los fundamentos teórico-prácticos de la organización y administración de la empresa criminal. Louis Ferrante lo explica con todo lujo de detalles.

"La Mafia podrá asesinarlo, pero Hacienda lo perseguirá hasta la muerte".

No se pierda ningún consejo si quiere triunfar no sólo en la empresa, sino en la política y en la magistratura.

MAFIA POLÍTICO-JUDICIAL

MAFIAS DE ESTADO Y CORRUPCIÓN

ESPAÑA LA MECA DEL HAMPA


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RAFAEL SÁNCHEZ ARMAS

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